ADVERTENCIA

Este blog contiene elementos de lenguaje,salud, sexo y violencia que no debe ser leído por niños, niñas y adolescentes y tampoco por personas que consideren ofensivo su contenido

martes, 13 de noviembre de 2012

La famosa fidelidad

“La Fidelidad se estableció entre los humanos cuando la esperanza de vida era de 30 años. Nadie contaba con que viviríamos tanto”. La frase anterior la leí en un artículo de unalechuza.com. Más allá de que causa gracia el comentario, la verdad es que el tema de la fidelidad está muy en boga actualmente donde, no es que se haya dado un boom de las relaciones alternativas, sino que se han hecho públicas y se está rompiendo el tabú de hablar del tema. 

 “La fidelidad me suena a perro” es una frase que estuvo en mi perfil de Twitter por algún tiempo. Tal como le dijo Diego de Rivera a Frida Khalo: “Te ofrezco Lealtad, no Fidelidad” y hay quien se pregunta si existe alguna diferencia. 

 Podría comenzar por definir qué es fidelidad y habrán distintas versiones: “Que mi pareja no esté con otra persona” podrían decir algunos, pero… ¿Cuál es el límite? Unos hablaran de besos o sexo, pero para Bill Clinton el sexo oral no entra dentro de la categoría de relaciones sexuales. ¿Y las relaciones sentimentales? Un estudio reciente arrojó que el 70% de las mujeres no perciben las relaciones virtuales como infidelidad pero ¿Deja de ser una relación? Y para nosotros los BDSMeros… ¿No sería sesionar con otra persona, aunque no haya un intercambio de fluidos específicamente, una infidelidad? 

 “El que esté libre de pecado, que tire la primera piedra” dijo Jesús defendiendo a María Magdalena. ¿Quién soy yo para exigir fidelidad cuando no he sido la persona más fiel del planeta? ¿Cuántos de nosotros no hemos caído en la tentación… independiente que te arrepientas o no de no haberlo hecho? Y eso no quiere decir que ames menos a tu pareja o que haya problemas, simplemente que somos humanos. 

 Cuando tenía 12 años tenía un novio 4 años mayor que yo. Había otra chica que yo sabía que había tenido una relación previa con él y seguía enamorada y que en un par de oportunidades había intentado molestarme. En aquella época vivíamos en los Altos Mirandinos y ella llegó un día a decirle a mi novio que se iba a vivir a Caracas. En aquél momento eso era como decir que se iba a vivir a China. Ella lo abrazó con los ojos llorosos y yo sentí lástima por la chica y le dije a mi novio que la besara… “Un último beso”. Ambos me miraron como si yo estuviese loca pero la chica no perdió ni un segundo, obviamente (yo tampoco lo habría hecho). 

 Al rato, ya solos, mi novio me reclamó por haber hecho eso con el argumento de que yo no lo quería porque no me importaba que él besara a otra. Mi respuesta fue: “¿Tú me vas a dejar a mí para estar con ella?” Yo ya sabía la respuesta. “¿Entonces qué diferencia hace un último beso que para ella significa mucho y para mí nada?¨ Supongo que pensé que en ese caso a mí me hubiese gustado. 

 Es así como a los 12 años, aunque no había reflexionado sobre el tema de la fidelidad y la lealtad como lo he hecho en los últimos años, sin duda mi tendencia estaba más que clara y con el tiempo sólo se ha reforzado mi posición. 

 Entonces me pregunto ¿Es realmente necesaria la fidelidad en una relación? Una pregunta interesante en un mundo donde la comunidad swinger va agarrando auge cada día. Y aquí no hablo del típico caso del cacho descarado que hombres y mujeres se montan diariamente. Hablo de una relación en la que, por consenso, una pareja toma la decisión de no ser exclusivos sexualmente y donde las reglas del juego estén claras y se pueda hablar del tema abiertamente. 

 El amor y el sexo son dos cosas distintas, que llegan a su nivel ideal juntos, pero no dejan de ser satisfactorios por separado. Y creo que una relación debe basarse en la confianza y la lealtad en vez de la fidelidad. ¿De qué me sirve que una pareja me sea “fiel” si no me respeta, me maltrata y me denigra (y no de la forma en que nos gusta). 

 Claro, yo también soy un poco pervertida y me da morbo que mi pareja sea punto de interés de otras mujeres… se me infla el pecho de orgullo saber que ese hombre codiciado es mío y ver o imaginarme cómo otras se mojan en sus manos. Incluso nunca ha sido necesario que me cuente todos los detalles más allá de algunas preguntas que le hago, y en los casos en los que lo he visto o he participado junto a él es incluso hasta más satisfactorio. 

 Entonces concluyo que para mí vale más que mi pareja sea libre y decida estar conmigo a que lo esté sintiéndose encerrado. Como una frase que leí una vez: “Si amas algo, déjalo libre. Si vuelve a ti, es tuyo; si no vuelve, nunca lo fue”

viernes, 9 de noviembre de 2012

El Sadismo detrás del Masoquismo

No es la prima vez que lo digo: Los masoquistas somos mucho más sádicos que los Dominantes y nuestra capacidad para imaginar situaciones de dolor y humillación es muy superior a la de un sádico. 

 El sábado nos encontrábamos en una reunión privada @AmaShanna, @MaraBizarre, @rpspank @socrateazotador @sumisaestrella, @emilebondage y yo y comenzamos a jugar un poco y ver cómo azotaban a Emile para mí fue delicioso y motivante… lo suficiente para que yo fuera la siguiente ;). Pero una de las cosas que más me llamaba la atención era todo lo que podía imaginarme para aumentar la “tortura” psicológica de Emi en ese momento… y de hecho hice varios comentarios al respecto. La verdad es que yo estaba pensando lo que yo le haría a Emile si estuviese en mi manos… 

 Para nadie es un secreto que la parte psicológica juega un papel primordial en nuestro mundo. No es lo mismo estar en el mood de jugar, a saber que recibo un castigo por una falta real o simplemente estar en esos momentos donde lo único que necesito es cuero para saciar mi sed masoquista. Pero al final, a mí no me gusta el dolor por el dolor. A mí me gusta todo el contexto que se genera en una sesión en el cual hay dolor involucrado y es sólo una parte de la escena que me llena. 

Así es como no es lo mismo que un Spanker tome una correa al azar para azotarte, a que lo veas sacarse el cinturón del pantalón, doblarlo en dos y hacerlo sonar antes de dictar sentencia, o que hagas algo malo y te azote inmediatamente, a que se tome el tiempo de regañarte por la falta cometida y te haga sentir culpable y mal por tus acciones al punto de aceptar que mereces realmente la tunda que vas a recibir. Como tampoco es lo mismo recibir los azotes calladita a tener que contar cada uno de los azotes… Y aquí se vienen las millones de variables que la interacción ofrece y que aumenta el morbo de las situaciones.

 No quedarte con el “Uno, Dos, Tres”, sino agregarle un extra a la respuesta al azote son aspectos que le dan un toque de humillación excitante al castigo. Si además te hacen repetir una frase relacionada al castigo es hasta mejor: “Cuatro, prometo no volver a fumar Señor” o “Cinco, no debo decir groserías” o la siempre famosa, humillante y desesperante “Seis, Gracias Señor, por favor deme otra”. 

 Y ni hablar de las posiciones… Yo soy fiel amante y defensora del OTK, y nunca nada podrá comprarse a la sensación de humillación pero tampoco con el nivel de compenetración con el Spanker que llega al punto de que, a pesar de que estoy siendo azotada, me siento protegida por él. 

 Hace poco vi un video de Girls Boarding School donde mi adorado Tom jugaba con la mente de una pobre chica y además de colocarla en una posición bastante incómoda para azotarla con una vara (Ella estaba arrodillada sobre una silla con las manos apoyadas en el piso), era responsabilidad de la spankee decidir cuándo era suficiente el castigo. Pero no todo era tan fácil, obviamente, porque si ella optaba por decir que era suficiente demasiado pronto… Tom simplemente iba a duplicar los azotes que él tenía en mente como suficientes. ¡Qué tortura tan horrible! ¿Cómo sabes cuánto considera es que es suficiente castigo? Entonces una tiende a extender las cosas hasta que seguramente pasaste el número que el Spanker tenía en mente y ya no hay nada que hacer. 

 O como la variante de decirle a la Spankee que te de el número de azotes que se merece. Ese es un juego en el que una no debe caer. Es una trampa. Si el número es pequeño siempre buscarán algo por qué multiplicarlo y si es muy alto… NUNCA lo van a dividir… sino que te quedaste con ese número. 

 ¿Y saben qué es lo peor? Que a nosotras las spankees nos encanta ver todas estas tácticas crueles aplicadas en otras personas y claro, también en nosotras… pero la diferencia es que casi nunca tenemos la oportunidad de ser sólo una expectadora y disfrutar del morbo que genera la escena sin estar sintiendo la vergüenza, el dolor y la humillación del momento. 

 Y es así como cuando estás de expectadora siempre pensarás que el Spanker o Dominante puede hacer más para torturar psicológicamente a la pobre víctima, porque secretamente es algo que nos encantarían que nos hicieran aunque nunca lo admitiríamos y en el momento del castigo no lo querramos; porque como dije en un post hace unos años, las spankees tenemos una doble moral fácilmente confundible con bipolaridad en la que nos esforzamos con ganarnos una tunda y cuando nos la ganamos… ya no la queremos jajajajajajaja. 

 Al final, menos mal que no soy Dominante porque sin duda sería mala y muy, muy sádica…